You're falling, you're screaming, you're stuck in the same old nightmare.
He's lying, you're crying. There's nothing left to salvage.



lunes, 23 de agosto de 2010

Date la vuelta, mírame, ponte más cerca, que quiero saber a que sabe tu piel cuando te despiertas


Veintitrés de agosto. A veinte días de empezar las clases y a poco más de una semana de volver a reencontrarme con mi amiga la formulación (sí, la química no es lo mio ¿vale?) me muero de calor.
Las noches son peores que las del coloso en llamas. Mi ordenador se colapsa después de pasar horas hablando con él, y cuesta hasta escribir de lo que queman las teclas. No me quedan calippos, y a mis padres siempre se les olvida comprarlos. ¿Será un complot contra mi? Aun así, duermo abrazada a un cojín. Nunca he sabido dormir sola, sin taparme los pies o con una mano fuera de la cama. Posiblemente por miedo a que alguna criatura extraña saliese de entre las sombras y me arrastrara con ella. Tampoco se dormir sin la persiana bajada hasta abajo, aunque eso implique una cantidad muy limitada de aire y un calor sofocante. Por eso me encantan las noches de invierno en las que puedo meterme en la cama, tapadita hasta arriba y esperar a que me entre calor para quitarme los calcetines; nunca he podido dormir con ellos. Me decían que no crecían los pies, y hasta el día en el la treinta y ocho ya no me entraba no me planteé ponermelos.
Y ahora no puedo dormir sin ti, o no quiero hacerlo. No lo tengo claro. Creo que lo meditaré con la almohada. Hasta entonces, ¿sueñas conmigo otra noche más?

1 comentario: