You're falling, you're screaming, you're stuck in the same old nightmare.
He's lying, you're crying. There's nothing left to salvage.



viernes, 18 de febrero de 2011

Number eight

¿Sabes? Hoy no ha sido un buen día.
"Tenemos tú y yo algo pendiente, tú me debes algo y lo sabes, conmigo ella se pierde, no le rinde cuentas a nadie" Queridas matemáticas, dejad de joderme la vida. Yo no tengo nada contra vosotras. Un sábado, tres cubatas, un chico. ¿Veis? Sé contar. Tengo dos ojos, dos manos y una mala hostia del quince. Pero no de estas de "Pues parece que me estás tocando los huevos guapo", no, de las de "Mira guapo, lo tuyo en mi pueblo tiene nombre. No voy a dártelo porque señoritas como yo no han de decir ese tipo de obscenidades en público, por tanto, ca-(brón)-riño, solo avisarte de que este es el último viernes que te espero despierta. Me da igual que la culpa sea de tus amiguitos, de los campos magnéticos, la carga de los cuerpos o del puto satélite que mañana durante cuarenta y cuatro espléndidos segundos se verá en esta, mi maravillosa ciudad. Dicho eso, y como consejo, no intentes pasar por la Puerta del Carmen, que lo veo jodido. Atentamente, tu pequeña Sara"

viernes, 11 de febrero de 2011

That's why I love you

Creeme, llevo días pensando en ti. En la forma tan estúpida en la que te conocí, en la de veces que afirmé que no me iba a pillar, en la de tonterías que escribí solo para que me siguieras el rollo y sentirme especial. Me acuerdo de lo primero que me dijiste, "¿Eres tú la famosa Sara? -Bueno, famosa no, pero sí, soy yo". De la forma tan irónica en la que te reiste de que en mi perfil de tuenti pusiera buscando chico, "Yo puedo ser ese chico", jodido capullo. Todos y cada uno de los sms que me mandaste cuando me fui al pueblo, aquellos en los que me llamabas pecosa y empezabas a decirme que me echabas de menos. Esos y los que tengo en el móvil. Las perdidas de los sábados. Hazme caso, nunca le quité el sonido al móvil aun sabiendo que ibas a llamar. Me despertabas y al día siguiente siempre te reías cuando yo me quejaba por haberlo hecho. Adoraba que lo hicieras, y que me despertaras también. Cuando me llamabas caballerita, te odiaba, y lo arreglabas diciéndome que te encantaba. He pasado días buenos, días que no cambiaria por nada, incluso días en los que no dormiría solo por no dejar de pensar en ello. Pues bien, el día que nos conocimos fue uno de ellos. Cuando te vi allí de pie esperándome pensé que se me paraba el corazón, que aquella plaza se había cerrado, la habían llenado de plantas y empezaban a quedarse con parte de mi oxígeno. Sí, sin duda una de las mejores tardes de mi vida. Igual que mi regalo de cumpleaños, indirectamente, me has dado los veintisiete segundos más románticos, pastelosos y cargados de felicidad que en mis diecisiete años nadie haya conseguido. Porque puestos a conseguir cosas has conseguido que confie en tí, que vuelva a tener algo que un día me quitaron. La espinita que se me quedó con la distancia. El quise, pude, pero una zorra se metió en medio y lo jodió. Todo eso se me olvidó el día que te vi y te besé por todas las veces que alguien había cuestionado la imposibilidad de esto. Porque no es imposible, porque yo creo en ello, y sobre todo, porque creo que aunque las cosas se gasten, se cansen o se acaben, siempre queda algo por lo que seguir ahí.
La última vez que dije que con una posibilidad, una sola posibilidad entre un millón valía la pena intentarlo, me planté allí. Esto no se acaba aquí, porque no, porque a mi no me da la gana, porque te quiero y que coño, porque me lo merezco.

domingo, 6 de febrero de 2011

Ese puto único motivo de seguir vivo, y a la mierda con la autodestrucción

Me estaba convenciendo a mi misma para no escribir. He sacado los apuntes, el estuche, la calculadora y todas esas tontadicas inservibles que te llenan el escritorio, por eso de que no quede hueco pero parezcas una intelectual en una crisis de ansiedad, con sus papeles por el suelo si me apuras. Me estaba convenciendo a mi misma de estudiar. Tengo exámenes, exámenes, y por si se me olvidaba, algun que otro examen, así, por hacer relleno. Me estaba convenciendo a mi misma de que no puedo tirarme la tarde de antes de un examen mirando al techo, con el libro en las rodillas y rezando para que el tiempo pase más rápido. También me estaba convenciendo a mi misma de que no siempre voy a tener la suerte de que después de una tarde así, me toque un examen de test y por obra divina, lo clave.
Y supongo que sí, que me estaba convenciendo a mi misma para no sacar la histérica que llevo dentro. Para evitar los pinchazos que me dan en la tripa cuando pienso en lo que está pasando. Si algo puede salir mal, saldrá mal. O en todo caso, si algo puede salir mal, Sara-y-sus-superpoderes-os-mataran-a-todos! Vale no, saldrá mal. Pero yo me empeño en sacar explicaciones coherentes a paranoias. Encima se las pido a ella, como si fuera la bruja Morgana, "Din din din, 902, atendemos sus consultas las 29 horas del día", y os aseguro que ya lo dijeron los mayas, que a esta muchacha le tocó ración doble de paciencia.
Pero sigo sin poder estar tranquila. No se me va el nudo de la garganta, ni el dolor de tripa. No consigo coger el móvil, escuchar la pista 001 y no ponerme a llorar como una gilipollas. Ya se que tendría que relajarme y darle tiempo al tiempo, pero soy igual de impaciente que de estúpida; cantidades industriales para ambas. Sobre todo, cuando la decisión no depende de mí. Cuando se que me quieres pero no puedo hacer nada para que lo tengas claro, sentarme en la cama y esperar. Solo necesitas un empujoncito, como con la bici, quitarte los ruedines y darle a los pedales. Puedes, podemos.

jueves, 3 de febrero de 2011

Otra vez vuelves a aparecer, con tu carita de bueno, me haces enloquecer

Jabones que huelen a cosas comestibles pero cuando los pruebas te das cuenta de por qué son solo jabones y no una tableta de chocolate.
"Exfoliante de ducha asombrosamente refrescante. Enjanbona y exfolia todo el cuerpo (y el pelo si tienes prisa)" Pues menos mal que me lo dices, a punto estuve de usarlo en la bañera. Hecatombe. Mi madre compra jabones raros. Gracias mami, ahora hacen juego conmigo.
Extraña y anaranjadamente vuelvo a ser yo. Me canso de paranoias, que infundadas o no, no hacen más que dar por sitios pecaminosos, así, finamente dicho.
No has cambiado tú, ni te he hecho cambiar yo. ¿Pero sabes una cosa? Nunca dejaré de luchar por lo que quiero, y si tengo que llevarme por delante paquetes de chicles, disgustos o prostiguarras que van de soysupermayorporponermedieciochocentimetrosdetacón, lo haré. Llámalo orgullo, dignidad, o simplemente que las Saras siempre ganan, y hoy, no va a ser menos.

martes, 1 de febrero de 2011

Love it, live it, leave it and get into it

Me conecto, no estás. Me meto a tu perfil, tontería, no estás. Pongo la música, vuelvo a mirar tu perfil, tonteria una vez más, sigues sin estar. Paso, quizás no, pero digo que lo hago y el primer paso es admitirlo. Te conectas. Dudo entre hablarte y no hablarte, lo hago no lo hago.
La gente te pregunta cómo es tener una relación a distancia, cúantos días llevas sin verle o simplemente de dónde eres. Entonces dudas. Genialdeputisimaohsuperchachinoveascomolequiero, nah solo dos meses pero se me han pasado volando, además, seiscientos kilómetros son solo un puñado. Y te decantas por la versión de siempre. No sé, raro-dos meses-asturias. Es cómo rellenar una encuesta. ¿Pero os liais con otros? ¿Cuántos años tiene? ¿Le quieres? Lo siento, se me han acabado los formularios acerca de su grupo sanguineo y el apellido de soltera de su abuela, otra vez será.
Pero lo mejor de todo es que en dos meses no he pensado ni una vez en acabar con esto. Las respuestas estaban claras. No, o bueno, al menos yo no, dieciocho, sí, y mucho.
Y de repente necesitas tiempo. ¿Un tiempo para qué? ¿Por qué? ¿Te paso un formulario y me lo devuelves con las razones? Pero lo mejor de todo es que no soy yo, eres tú. Acabáramos. ¿Entonces qué hago, lo relleno yo?
Estamos conectados, ambos. Supongo que sólo yo soy consciente de que lo estamos, porque casualmente, debo de ser la única consciente de lo que somos. Youtube toca los cojones de fondo, agradezco que cortes todas mis canciones, siempre quise tener el Dj Hero en casa. ¿Y yo? Yo actuo como una gilipollas enamorada, como los ponys rosas, los amaneceres púrpura y como la puta casa de la pradera si me apuras. Hago mi vida, como si no estuvieras, porque simplemente, no estás.
Lo mejor de todo es que no estoy hablando de distancia, ahora no.