Dudo sobre qué escribir. Realmente dudo sobre muchas cosas, y aunque no es una de las más importantes, es una de ellas.
Siempre he pensado que soy una persona de extremos; o estoy bien, o estoy mal. Supongo que no mola eso de quedarse a medias. Por eso odio no saber cómo sentirme. Sí, ya me se eso de "Déjate querer y disfruta del presente", pero posiblemente no sea lo suficiente madura como para ello, o si lo soy, toda mi madurez se ha orientado hacia aspectos mas tribiales. ¿Chicle de menta o de fresa?
Llevo semanas de llorar día sí y día también. LLevo semanas de tener todo lo que siempre he querido tener.
Es una sensación jodidamente frustrante; es digievolucionar a tu pokemon, perder tus tico-taco en una batalla a todo o a nada antes de comer, morirte de calor en pleno invierno. Estoy enamorada del chico más adorable del planeta tierra y afueras. Y sí, por primera vez en mi vida, él lo está de mí. Hasta ahí todo guay. Bueno no, hasta ahí todo que-de-putísima-madre-oh-tia-que-super-genial-me-quiero-morir.
Y vale, debería conformarme, y lo hago, de verdad que sí, pero le echo de menos. No sabeis lo que duelen esas cuatro palabras, y a riesgo de ponerme melodramática y convertir esto en el mundo de caramelo y a mi pequeño ser en la reina de piruletas, paso veintitres horas al día pensando que nadie me entiende. La que sobra la dedico a escribir sobre ello.